Mi boda en tiempos de coronavirus

Hace 3 años Marta vino acompañada por sus padres a consulta para resolver un aspecto de su vida que le angustiaba mucho. El jueves pasado volvimos a hablar  ya que en estos momentos de incertidumbre se encuentra con mucha ansiedad porque lleva más de un año preparando la boda que tanto desea junto a su pareja.

Tras el dolor por las pérdidas humanas que estamos viviendo con el coronavirus, para muchos, una boda es algo superfluo pero para otros no lo es. De hecho, llevar a cabo esta etapa es clave para seguir con el proceso de vida familiar y personal. La incertidumbre, intranquilidad y preocupación que genera no saber si se va a realizar o incluso el dolor de haber tomado la decisión de aplazar la boda para el año siguiente sin seguridad de que se vaya a materializar, son motivos para sentir malestar emocional y tensión constante, motivos por los cuales hay que canalizar y gestionar cuanto antes para poder superarlo.

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Marta me relataba: “Al igual que el sueño de alguien puede ser montar un negocio, conocer otro país diferente, tener un hijo… para mi es desde siempre, casarme. Y después de estar esperándolo más de un año, llega esto y me paraliza la vida. Es muy duro”.

La ansiedad se apodera de esas personas que como Marta y su pareja, el 2020 les parecía idóneo para casarse. Y a pesar de querer posponerla ¿cuál es la fecha perfecta?

Tras el anuncio de la desescalada, si todo va bien, a finales de junio ya se podrán volver a organizar bodas sin tantas restricciones. Teniendo todos los preparativos listos, no debería de haber ningún problema a excepción de los invitados.

Una de las preocupaciones de Marta que le generan mucha tensión, falta de sueño, pocas ganas de comer y bastante irritabilidad era el no poder compartir ese día con sus más allegados: “Nos estamos dando cuenta que hay mucha familia que no quiere venir por miedo a ser contagiado”. Ante el poder del miedo, ven que no tienen tanto apoyo como deseaban.

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Eres un nomofobico

Debido al desarrollo de las nuevas tecnologías en nuestra sociedad y su fácil accesibilidad, las personas están expuestas a sus beneficios pero también a las consecuencias negativas que presentan. En concreto, el teléfono móvil, dado sus características, forma parte de la vida a edades demasiado tempranas.

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La inmediata y eficaz accesibilidad con la que se puede comunicar, intercambiar y contactar con las personas, está suponiendo cambios rápidos e importantes de interacción, tanto en el patrón social como cultural de nuestra sociedad. Marks Griffiths, director de la Unidad de Investigación Internacional del Juego de la Universidad de Nottingham Trent, fue el primer psicólogo en hablar sobre el término de “adicciones tecnológicas”. Él las define como aquellas adicciones conductuales que involucran la interacción hombre-máquina, y las divide entre pasivas (como la televisión) y activas (Internet, móvil y videojuegos).

Las consecuencias de usarlo sin pausa son graves ya que produce un mayor aislamiento social, reduce la autoestima personal, provoca problemas económicos y crea un desequilibrio psicológico en el ámbito fisiológico, emocional y social. Según Echeburúa y Requesens (2017) la adicción es una afición patológica que genera dependencia y resta libertad al ser humano al estrechar su campo y conciencia y restringir la amplitud de sus intereses. Además, se caracteriza por ser una conducta recurrente y satisfactoria durante las fases incipientes, generando graves interferencias en el ámbito social, familiar y escolar, por la pérdida del control en la persona.

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La Psicología Positiva: ¿Ciencia o moda?

Psicología Positiva ¿Ciencia o Moda?

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Bienestar psicológico, felicidad, optimismo, creatividad, amor, gratitud, fortaleza, resiliencia Son palabras claves que definen la psicología positiva.

Es viernes, me encuentro a las diez de la mañana sentado y con mi bloc de notas, en el salón de actos de la Facultad de Psicología de Valencia. Con cierta intriga de escuchar lo que hasta este momento apenas conocía: la psicología positiva.

Apunto una frase que cita la ponente: “La psicología positiva, es una rama más de la psicología, con base y estudios validados científicamente pero con una clara diferencia; no focaliza la atención en la parte de las emociones negativas de la persona  sino el centro de investigación son las cualidades y características positivas humanas, estudia lo que hace que la vida merezca ser vivida”.

No puedo evitar verme afectado por ciertos prejuicios hacia esta corriente a la que yo había llegado a “tildar” de tipo espiritual o de una rama de la filosofía relacionada con la psicología. Pero, ¿de veras es psicología con mayúsculas?, ¿Es Psicología?

Durante la ilustradora conferencia, voy abriendo los ojos ante esta corriente. Sin embargo, no puedo dejar de pensar en las modas sociales de mensajes de apoyo, en los manuales de auto-ayuda, en las técnicas pseudo-científicas de “vudús” y porque no, de “charlatanes” y embusteros.

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Hace poco entré en una librería buscando algún libro de psicología cuando me topé con  un manual de auto-ayuda. Se llamaba “Encuentra tu propia estrella polar”. Estaba escrito por una psicóloga americana y en el reverso explicaba  la unión armónica que se podía conseguir entre el yo esencial y el yo social para así redescubrir la verdadera esencia de “uno mismo”, a su lado, un libro espiritual y místico para alcanzar la plenitud a través de prácticas sin base científica y de resultados obviamente cuestionables. El “todo va bien” y el “ohmmm” frente a la meditación “laica” y “psicológica”. Los mensajes de “ánimo” carentes de objetividad y racionalismo, contra las técnicas psicológicas de regulación emocional a través de los aspectos positivos de la personalidad.

¿Dónde empieza y dónde acaba esta rama psicológica?, ¿Cómo se ve afectada la Psicología general por su existencia? ¿De verdad la psicología positiva es una ciencia? ¿Hay estudios validados? Y, ¿sobre qué versan los mismos? ¿Es una moda? ¿Qué futuro tendrá esta corriente?

Durante el transcurso de la historia de la Psicología, los enfoques y corrientes han sido orientados hacia el estudio y entendimiento de las patologías y enfermedades mentales centrándose en la debilidad del ser humano. Esto ha derivado en un marco teórico de carácter patogénico sesgando considerablemente el estudio de la mente humana. Digamos que se ha estado focalizando en la parte negativa, contribuyendo a asumir una visión pesimista de la naturaleza humana (Gilham y Seligman, 1999).

La Psicología ha  dedicado la mayor parte de sus esfuerzos a los problemas  humanos y a cómo tratarlos desde la Segunda Guerra Mundial,  concretamente la psicología positiva cuestiona las suposiciones del modelo de enfermedad (Vera, 2006).

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Es en este escenario cuando surge la psicología positiva. Los autores tienen como objetivo la investigación de la relación de las fortalezas y virtudes humanas, así como los efectos que estas provocan en las vidas de las personas.

También se centran en el aspecto individual;  la capacidad de la persona para el amor y la vocación, las habilidades interpersonales, el talento, la sabiduría, la motivación y los valores. (Diener, Suh, Lucas y Smith,  1995).

De esta  forma, la psicología positiva parte de la premisa de que la excelencia y la bondad de la persona son tan legítimas como el trastorno, el sufrimiento y la enfermedad (Park  y Peterson, 2009).

Uno de los principales es Martin E. P Seligman, psicólogo y escritor estadounidense. Es conocido por sus investigaciones sobre la indefensión aprendida y su relación con el trastorno de depresión. A su vez, ha sido un gran impulsor por sus aportaciones en el ámbito de la psicología positiva. Para dicho autor la psicología positiva estudia las bases del bienestar psicológico y de la felicidad, además de la importancia de las fortalezas y virtudes humanas.

La psicología positiva también es una dimensión particular de la felicidad. Un estado en el que la atención, la motivación y la situación se encuentran, dando como resultado una armonía productiva o de retroalimentación (Csikszentmihályi, 1999).

Podemos encontrar estudios que demuestran de forma empírica la validez de esta corriente y que manifiestan que el desarrollo de la misma no sólo no tienen un efecto positivo, sino que son una forma totalmente válida para la obtención de los resultados deseados por el terapeuta y paciente de forma satisfactoria (Park y Peterson, 2003).

Pero debemos matizar que la psicología positiva no niega los problemas que sienten los individuos. Tampoco olvida lo negativo, como las tensiones y las adversidades, ya que todo en conjunto comprende el significado de vivir bien.

Los estudios experimentales y longitudinales realizados por los positivistas, señalan que las  emociones positivas como la felicidad y la satisfacción general con la vida,  llevan realmente a mayores éxitos en el ámbito académico, social , familiar y personal afectando a una mayor longevidad y resiliencia (Lyubomirsky, King y Diener, 2005).

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Las emociones positivas están relacionadas con la capacidad de recuperación ante la adversidad. Un impactante estudio con personas que habían experimentado y vivido el 11 de Septiembre de 2001 así lo demuestra (Fredrickson, Tugade, Waugh y Larkin, 2003)

Las investigaciones revelan que el optimismo protege contra los efectos debilitantes de los eventos negativos (Peterson, 2000).

Como podemos observar existe una gran cantidad de artículos dando validez a dicha corriente, pero también se debe reconocer la existencia de artículos más críticos y reacios ante esta terapia. Psicólogos,  por ejemplo, como Marino Pérez Álvarez, intentan desmontar la psicología positiva además de utilizar adjetivos calificativos como “magia simpática” o “felicidad despótica” (Peréz-Alvarez, 2012) o de tildar a los impulsores de la psicología positiva y a sus seguidores como “ignorantes o manipuladores”  (Fernandez-Rios y Novo, 2012).

Es por ello importante establecer un límite o frontera para saber dónde acaba la ciencia y comienzan estas peligrosas ramas pseudo-científicas o místicas. Si bien, actualmente existen autores relevantes de la psicología positiva que no quieren predecir el futuro de la misma (King, 2003).

Al respecto podríamos citar el film de Woody Allen “Manhattan” donde muestra la fuerza de las emociones positivas a través de la esperanza. En “Qué bello es vivir”, las relaciones interpersonales y la comunidad son fundamentales para afrontar las circunstancias difíciles de la vida.  En el film “El sentido de la vida”, los protagonistas plantean con  humor la trascendencia de la vida.  “En busca de la felicidad”, en la cual, el protagonista explica la fuerza del logro de  las metas y la búsqueda de la misma. O la oscarizada “El lado bueno de las cosas” con una ilustradora e impecable demostración directa de esta corriente.

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Así mismo, en la novela “matar a un Ruiseñor” escrita por la estadounidense Harper Lee, observamos la importancia de la capacidad de compromiso de los personajes con la justicia, la humanidad y lo valores éticos, experimentando así bienestar personal.

Con todo esto, quiero recalcar la importancia y el estado en el que nuestra sociedad ha normalizado, no solamente la Psicología en general, sino el positivismo y la visión motivacional que ha generado nuestra humanidad.

Esta rama se encuentra en una fase embrionaria de constitución, creación y aceptación. Además es respaldada por investigaciones validadas y por científicos que intentan impulsar dicha corriente. Es cierto que su recorrido se inició hace ya algunos años, pero ¿Cómo se ve afectada la Psicología general por su existencia? En principio todo aporte a la psicología basada en fundamentos científicos y válidos no debería ser un problema. Bajo mi punto de vista, todo lo que sea conocimiento y ciencia es siempre un aporte enriquecedor tanto a la Psicología como al objeto directo y misión principal de esta, el ser humano. Pero,  ¿De verdad la Psicología positiva es una ciencia? Todo indica que sí, aunque existen artículos rebatiendo estos logros, hemos podido verificar sus efectos, su demostración empírica y sus sistematicidad en la aplicación nada desestructurada.

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¿En qué ha cambiado mi postura desde antes de realizar este articulo? En primer lugar en un plan profesional es una corriente que merece atención, dedicación e investigación para su crecimiento e implementación en su aplicación. Es una forma científica, perfectamente válida y eficaz de conseguir los resultados para un paciente que he podido conocer con cierta “generalidad” y me ha llamado a continuar con esta labor para poder mejorar mis conocimientos y habilidades como terapeuta en un futuro. Pero debe quedar muy claro, que al igual que la Psicología clínica, el tratamiento a través de esta corriente habrá que realizarlo de una manera individualizada y profesional, pues no todo vale en cualquier caso y a cualquier persona.

Debo añadir que entraña cierto peligro la existencia, como hemos comentado en la introducción, de determinadas ramas pseudo-cientificas y corrientes llamativas sin base alguna. Las cuales, aprovechándose de las necesidades de los sujetos y pacientes,  del desconocimiento sobre que es la Psicología en general  y la Psicología Positiva en particular y que es lo verdaderamente científico, pueden perjudicar tanto al paciente como a la Psicología como Ciencia. Al quedar difuminada esta frontera entre lo científico y lo pseudo-cientifico por el desconocimiento será necesaria una especial labor por parte de la comunidad de la Ciencia de la Psicología para dar a conocer la Psicología Positiva, para divulgar, para evitar las estafas, y sobre todo para que la gente sea conocedora de la realidad de la misma, tanto psicólogos como el público en general.

Como profesionales de la salud que somos debemos ser cautos y analizar desde la objetividad cualquier información que se nos plantee. Nuestra finalidad  dentro de lo posible es contribuir honestamente a mejorar la vida de los demás, porque tenemos la responsabilidad como agentes de ayuda de socorrer a aquellas personas que sufren. Este concepto debería estar presente continuamente en los psicólogos.

Autor: Enric Valls, tu psicólogo.

Psicólogo especialista en el ámbito clínico y de la salud.

Correo: vallspsicologo@gmail.com