Me gusta el deporte, sí, lo reconozco. Lo tengo integrado en mi vida. De hecho, siempre que puedo y que la consulta me lo permite, voy al gimnasio a lo que se denominaría en la jerga deportiva, “romper fibras”. Me ayuda a liberar tensiones y preocupaciones y además obtengo todos los beneficios psicológicos y físicos que generamos con su práctica tal y como indica la Organización Mundial de la Salud.
El caso es, que el otro día, después de realizar mi ejercicio intenso y de desconexión mental en la puerta del mismo, al salir, escucho a dos personas hablar entre ellas diciéndole medio gritando una a la otra, que estaba evitando mucho los alimentos transgénicos, que siempre procuraba comprar alimentos orgánicos y bios y eso le preocupaba porque pensaba en ello durante mucho tiempo, vamos, las 24 horas.
Desgraciadamente, y cada vez más, esto está ocurriendo en nuestra sociedad, últimamente estoy observando este tipo de obsesiones en consulta. Efectivamente este fenómeno es denominado por los expertos como Ortorexia y siendo poco conocido está teniendo un crecimiento que según la OMS ya afecta al 29% de la población de los países desarrollados. Seguir leyendo